Cuán apresurado, el tiempo,
pasa a veces,
e irrumpe en mi vida,
¡Cómo se detiene, siempre!.
Y espero que crezcan
las blancas margaritas;
que nazcan cantando al día;
las cojo, las acerco a mí,
y me hablan.
Entonces se detiene.
Cuando enmudece el sol,
se mueve el cielo, lentamente,
cambia el color:
¡Corre de repente!.
No quiero, no.
¡Que se detenga!
Una piedra juega dentro de mi ser,
pequeña...
Por ella canto,
con ella siento.
¡Que corra o se detenga!
pero, que venga.
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